martes, 13 de marzo de 2012

El dinero como abstracción: fetichismo y capital usurero en la sociedad actual.

 “El dinero en cuanto medio y poder del universal (...) para hacer de la representación realidad y de la realidad una pura representación, transforma igualmente las reales  fuerzas esenciales humanas y naturales en puras representaciones abstractas y por ello en imperfecciones, en dolorosas quimeras, así como, por otra parte, transforma las imperfecciones y quimeras reales, las fuerzas esenciales realmente impotentes, que sólo existen en la imaginación del individuo, en fuerzas esenciales reales y poder real”

Karl Marx



   Es un hecho, vivimos en el edén del dinero. Todo es dinero, todo se compra y se vende, todo es negociable y corrompible por el dinero. El sistema de producción capitalista logró hacer de todos nosotros unos amantes fetichizados de eso que dimos en llamar dinero.


   La historia de la humanidad y su cultura es un camino de abstracciones cada vez mayores que se manifiestan en todas las esferas. Basta pensar en algunos ejemplos: uno de ellos es eso llamado Dios que pasó de ser fenómeno natural (el sol, la lluvia, el viento), a ser un árbol o los dioses orgiásticos y vengativos del olimpo, para convertirse, finalmente, en un Dios único creador del cielo y la tierra, sin cara ni cuerpo, energía divina y magnánima, amén. El desarrollo tecnológico es otro buen ejemplo: pasamos de comunicarnos con mensajeros que andaban día y noche para trasladar un mensaje, a palomas, al telégrafo, al teléfono, al teléfono móvil, a la computadora con cámara, etc. Es decir, el desarrollo de las fuerzas productivas de la humanidad fue haciendo que todo lo concreto deviniera en abstracto y muchas veces perdemos de vista cual es el contenido real de las cosas, porque simplemente nos quedamos en la apariencia abstracta construida en la mente humana, sin entender la materia real que sustenta esa representación.


   Lo que quiero desarrollar en este texto es otro ejemplo de lo antedicho, a saber: el dinero. Veamos un poco su historia para ir desengranando su forma actual.

   Cuando las sociedades comenzaron a tener un excedente y a comerciar entre sí, la primera forma de intercambio fue el truque, esto es, se cambiaba un bien o servicio cualquiera con un valor de uso explícito por otro que se considerara equivalente en conformidad con ambas partes del intercambio (la forma del intercambio es M-M). Evidentemente, ésta es la forma de intercambio más básico entre dos personas pero conlleva la gran limitación de que los intercambios dependen de las necesidades individuales en un momento dado, por lo que resulta difícil congeniar las dos necesidades en tiempo y espacio para que sea efectivo el trueque. Por ello, poco a poco se empezaron a usar determinados bienes que eran más demandados por la población a causa de su utilidad como medio de cambio para obtener otras mercancías. Es irrelevante determinar que bienes se usaron en cada momento (piedras, metales, plumas, especias) pero lo que es fundamental es comprender que en algún momento de la historia de la humanidad se empezaron a aceptar ciertos bienes no perecederos como medio de cambio. Desde allí, uno podría pensar que la forma de intercambio mercancía por mercancía (M-M) fue mutando a M-D-M, en donde D es el dinero (en ese momento otro bien) que actúa como intermediario.

   Con el devenir de los años, el oro y la plata se fueron consolidando como equivalentes generales a nivel universal, debido a las facilidades de su transporte y a su subsistencia a lo largo del tiempo. Asimismo, dichas piezas en metal comenzaron a ser acuñadas por los diversos gobiernos a fin de garantizar su validez universal. Luego, ya no importaba realmente el peso que la moneda tenía en sí, sino que era relevante lo que su acuñación decía que valía ya que estaba certificada por alguna autoridad confiable.

   Posteriormente, aparece en escena el dinero papel cuya creación se suele atribuir a los orfebres y comerciantes de la Edad Media que empezaron a ofrecer un servicio de custodia para metales preciosos, otorgando a cambio un papel como garantía de que sus depósitos estaban allí. Sin embargo, existen evidencias de que los primeros papeles moneda fueron elaborados por los chinos hacia el siglo VII.

   En rigor, podemos afirmar que el sistema de producción capitalista nace con el dinero papel como equivalente general con respaldo en oro -conocido como “patrón oro”- y éste fue usado mundialmente hasta, al menos, la primera guerra mundial. Posteriormente, hubo dos grandes cambios en materia de dinero a nivel internacional, veamos:

   En primer lugar, la adopción del dólar estadounidense como medida de intercambio convertible a nivel global a través de los acuerdos de Bretton Woods al finalizar la segunda guerra mundial, en donde se establece que solo el dólar estadounidense es convertible en oro a razón de US$ 35 por onza para todos los gobiernos foráneos.

   En segundo lugar, la unilateral determinación del presidente republicano Richard Nixon en 1971, de suspender la convertibilidad del dólar en oro para el público, debido al excesivo gasto fiscal de EEUU en esos años motivado por el gran crecimiento del gasto bélico a razón del conflicto armado con Vietnam. Al poco tiempo, en 1973, se termina definitivamente con la conversión mundial del dinero papel en oro para todos los gobiernos del mundo.

   Desde entonces, el mundo se rige por el llamado “dinero fiduciario” o ficticio. Analicemos un poco esta irracionalidad capitalista que vivimos como natural día a día.


   El dinero fiduciario basa su valor en la creencia o fe de la gente de que será aceptado por un país o región económica como forma de intercambio de mercancías. Es decir, el sistema capitalista actual se mueve con un dinero papel que no tiene contrapartida en oro ni en ningún otro metal precioso, sino que se sustenta en la creencia que inspira a través del estado, los bancos y el crédito.

   En principio, uno podría pensar que esta forma de intercambio no debería acarrear mayores problemas siempre y cuando tenga un sustento real y no sean papelitos de juguete que no representan nada material. En concreto, para que el conjunto del dinero fiduciario en circulación no sea una farsa mundialmente aceptada e incuestionable, debe ser siempre igual al total de bienes y servicios producidos por un país en un periodo determinado, es decir, su PBI. Sin embargo, los estados nacionales operan de otra manera, imprimiendo más billetes que los bienes que lo sustentan como forma de autofinanciarse.

   Para entender esto hay que hacer una salvedad en este punto: la creación de dinero en nuestro sistema económico actual está dada por dos entes: el banco central que imprime el dinero como efectivo o “dinero legal” y el conjunto de bancos privados que otorgan créditos constantemente generando el llamado “dinero bancario”. Estos últimos son regulados por el banco central a través del denominado encaje bancario. Veamos que significa esto:

    Los bancos toman el dinero que los clientes depositan a modo de ahorro o capitalización. A su vez, prestan dinero a modo de crédito a otros clientes. Ahora bien, el banco central establece un mínimo de dinero que los bancos privados deben conservar en sus arcas dejando “liberado” el resto del dinero disponible. Ese mínimo (variable) que establece un estado como política monetaria a través de su banco central es el llamado “encaje bancario”. En Argentina, por ejemplo, el encaje bancario actual es del 19% del monto depositado. Es decir, si una persona pone en plazo fijo $ 1000, el banco puede prestar a otro cliente $ 810. Y, siguiendo el mismo razonamiento, de esos $ 810 que, supongamos, se depositan en ese u otro banco, se podrá prestar $ 656, y así sucesivamente. Esto da como resultado lo que las entidades financieras conocen como multiplicador bancario que se calcula como “1/encaje”, lo que en este caso equivaldría a decir que por cada billete depositado el banco crea 5,26 (1/0.19=5.26). En criollo, lo que se genera es dinero totalmente ficticio que el banco “crea” desde una computadora pero que en verdad no tiene un correlato con el PBI del país. Es decir, se crea dinero de la nada en base a la deuda y a la confianza que se tiene en que todos podrán pagar sus pasivos y que los ahorristas no irán a sacar todos juntos sus depósitos.

   Pero, ¿cuales son las consecuencias de tamaña irracionalidad?

   En primera instancia, se genera inflación porque no hay correlato alguno entre el dinero circulante en papel y el total de bienes y servicios que esa nación produce.

  En segundo lugar, se establece como norma de supervivencia financiera la deuda en donde todos, inevitablemente, quedamos enganchados al circuito bancario ya que, de pedir nuestro dinero depositado, nos convertiríamos en acreedores del banco central, permitiéndole generar nueva deuda, que no es más que una promesa de fabricar a futuro más bienes y servicios que, generalmente, no se logran fabricar.

  Esta burbuja financiera hace que se genere una casta parasitaria de especuladores que simulan tener, prestar y pedir prestado un dinero que no tiene sustento material en el trabajo productivo. Tarde o temprano esto estalla y los que pagan la cuenta son siempre los trabajadores ya que éstos si son quienes operan la materia y generan valor agregado para la sociedad. Un claro ejemplo de esto, es la burbuja económica en la que se metió el mundo capitalista en estos últimos años en donde, llegado el momento del colapso financiero, los gobiernos deben optar si rescatar a los bancos inyectando inmensas sumas de dinero en el circuito económico o dejarlos quebrar. Debido al carácter burgués de los estados capitalistas siempre optaran por la primera opción sacando el dinero del bolsillo del trabajador.

   Otro dato para nada menor por su irracionalidad es que el dinero fiduciario es un dinero nacional, lo que significa que sólo puede utilizarse en las áreas monetarias delimitadas por el banco central. Esto es ridículo sabiendo que la economía capitalista -con su división del trabajo y con sus intercambios de mercancías- es en tanto economía mundial interrelacionada.

   Cuando afirmamos que el dinero fiduciario es un pasivo impago, suena raro pensar que tenga un valor socialmente aceptado. Pues bien, en el mundo del revés del capital esto es normal ya que el estado acepta que le paguemos los impuestos con ese “dinero deuda”, los bancos privados nos pueden dar intereses muy jugosos por depositar ese dinero irreal ya que ellos podrán crear, de esa manera, más dinero ficticio. En concreto, el sistema capitalista actual puede convertir un pasivo impago en un activo que esconde, en su imagen aparentemente sólida, otro pasivo impago. Lo que lleva a concluir que la fuente del crecimiento es, desde hace 40 años, la deuda, seguida de crisis y ajustes cíclicos.

   En el sistema de producción capitalista, el dinero es la mercancía general que sirve para transformar los valores en precios. Cumple la función de ser un medio de circulación, un medio de pago y un medio de atesoramiento. Los economistas defensores del sistema capitalista no pueden -o no quieren- ver que el dinero no es un objeto dado, producto del acuerdo entre los hombres, sino que es el resultado del proceso evolutivo de intercambio de mercancías en donde el valor experimenta sucesivos cambios de forma. Y es aquí donde aparece el concepto de fetichismo, sobre el cual se funda la lógica del capital.

   El fetichismo es la incapacidad de los hombres de ver las relaciones sociales de producción que hay detrás de las cosas. En el caso del dinero, el gobierno discute tal o cual política monetaria y la sociedad debate en torno a eso, sin comprender que ese dinero fiduciario no es algo en sí mismo sino la expresión en papeles del valor de cambio de las mercancías que se producen gracias al trabajo de los obreros. El motivo por el cual la sociedad no puede ver dicho trasfondo se deriva de que, en el mundo capitalista, el trabajo no es social y planificado sino individual y anárquico. Ergo, el carácter social de las cosas no se ve en el proceso de producción sino en el intercambio, donde interviene el dinero. Pero, como no queda en claro que es lo que se ha convertido en dinero, éste pareciera tener vida por sí mismo, en tanto que no es mas que una especulación de parásitos usureros que viven del trabajo ajeno.

   En conclusión, podemos afirmar que el dinero fiduciario es el escalón monetario más abstracto del devenir socio productivo. Se ha llegado a tal punto de abstracción y fetichismo que el dinero existe, en su mayor parte, en los sistemas informáticos de los bancos privados. Esas grandes cantidades de dinero fiduciario electrónico no existen en papel ni tienen relación alguna con los bienes y servicios producidos por un país en un período de tiempo dado.

   Creo que sólo un porcentaje mínimo de la población mundial sabe que el dinero en el sistema capitalista actual se crea por medios electrónicos -es decir, que no existe siquiera como papel- y que se basa en una deuda interminable e impagable por su propio origen que crece exponencialmente hasta que, llegado determinado momento, colapsa generando un estallido financiero que termina pagando el conjunto de la clase trabajadora asalariada. Desde allí, el ciclo de especulación financiera recomienza desde cero.

   Es fundamental comprender esta gran mentira mundial, este fetichismo, esta irracionalidad súper abstracta que nos hace rehenes de un sistema de explotación que tergiversa todos nuestros deseos, necesidades y valores como humanidad reduciendo todo a un presente efímero y consumista.

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