jueves, 23 de febrero de 2012

Minería a cielo abierto: el capital en la relación hombre-naturaleza

“La naturaleza es un punto de partida para el capital, pero no suele ser un punto de regreso. La naturaleza es un grifo económico y también un sumidero, pero un grifo que puede secarse y un sumidero que puede taparse (...) El grifo es casi siempre propiedad privada; el sumidero suele ser propiedad común”
James O’ Connor

“Por tanto, la producción capitalista sólo sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de producción socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el hombre”.
                                                                                    Karl Marx


Uno de los temas de mayor discusión en los últimos días ha sido el tema de la minería a cielo abierto sobre el cordón cordillerano. Más específicamente, los mega emprendimientos mineros de Catamarca, La Rioja y San Juan (las principales regiones de explotación minera), sumado a Mendoza, Rio Negro, Chubut, Santa Cruz y Jujuy que son lugares en donde también se están extrayendo minerales o se han presentado proyectos que, por un motivo u otro, se encuentran momentáneamente detenidos.

Haciendo un poco de historia, podemos pensar que este tema de la minería a nivel latinoamericano no es algo nuevo. Desde la colonización de nuestras tierras, las distintas potencias europeas han saqueado los recursos mineros locales con mano de obra esclava. Lo que sí es novedoso del debate sobre la minería es que ahora se hace de otro modo: se utiliza la minería superficial o “a cielo abierto” en lugar de la minería subterránea o por excavación. Otro punto del debate actual es la utilización de cianuro y otros compuestos químicos sumamente tóxicos. El último ítem que engloba el aclamado debate es el de la visión de pobre país bananero que apoya la minería a cielo abierto porque “genera empleo”.

En argentina, la explotación minera con este tipo de técnicas a cielo abierto comenzó en el decenio de 1990, a cargo de empresas extranjeras. Actualmente se halla en constante expansión y mueve grandes sumas de dinero, de las cuales el estado argentino sólo recibe el 3% de lo que las empresas mineras manifiestan en sus declaraciones juradas.
La legislación que permite que la minería a cielo abierto funcione así está compuesta por: la Ley de Inversiones Mineras, el Código de Minería, el Acuerdo Federal Minero y la Ley de Protección Ambiental. Dichas leyes fueron creadas expresamente para fomentar y garantizar las inversiones de varias multinacionales que operan hasta nuestros días.
La minería a cielo abierto es una actividad de alto impacto ambiental, social y cultural. Es una actividad industrial efímera, insostenible en el tiempo, debido a que explota un recurso prontamente agotable, que no genera ningún valor agregado.
Técnicamente, la minería a cielo abierto remueve la capa superficial de la tierra para extraer, gracias a modernas maquinarias, los minerales que se buscan. En criollo, se trata de agarrar una montaña, llenarla con mil toneladas de dinamita y volarla por los aires sin ningún reparo, dejando un agujero inmenso donde antes había una armoniosa montaña de millones de años. Los cráteres son gigantescos, pudiendo llegar a tener más de 150 hectáreas de extensión y 500 metros de profundidad. Hoy en día es posible remover montañas enteras en cuestión de horas, convirtiendo en una actividad rentable la extracción de un gramo de oro por tonelada de material removido. Asimismo, la minería a cielo abierto usa grandes cantidades de cianuro (entre otros tóxicos) que permite separar la paja del trigo, es decir, aislar el poco oro que hay entre tanto material desechable removido por la explosión.
Mina Veladero, San Juan. Explotada por la Barrick Gold
Este tipo de técnicas generan, indudablemente, una serie de cuestiones de grave impacto ambiental, entre ellas podemos destacar: la modificación severa del terreno que conlleva hacer un agujero de 150 hectáreas en la tierra; la destrucción de áreas cultivadas y de otros patrimonios superficiales; la alteración de los cursos de aguas; la contaminación auditiva por las explosiones y la excavaciones; la contaminación del aire con impurezas sólidas que afectan a la población, la flora y la fauna local; la contaminación del suelo con sustancias altamente peligrosas como el cianuro, el mercurio y el dióxido de azufre; la contaminación por acidificación de las aguas superficiales de los ríos, de las aguas subterráneas y del agua de lluvia por las partículas tóxicas volátiles; el resecamiento de los suelos y la posible formación de pantanos; la modificación climática y, finalmente, la apariencia devastada y triste de ver un gran hoyo en lugar de un cordón montañoso, con todo el potencial turístico que esto atrofia.
Como se mencionó, la minería a cielo abierto se hace por lixiviación con cianuro y la toxicidad de éste es popularmente conocida aunque nunca viene mal refrescar lo nociva que es esta sustancia. El cianuro es sumamente tóxico para plantas y animales, afectando su desarrollo y capacidad reproductiva. En el caso de los humanos, las dosis letales, en caso de ser ingeridas, son de 1 a 3 mg/kg de peso corporal y, en caso de ser aspirados, entre 100 y 300 mg/kg. Lo que equivale a decir que menos de un grano de arroz de cianuro es letal para el ser humano. Otro dato para nada menor es que este tipo de minería utiliza cantidades asombrosas de agua: se estima que, por ejemplo, el Veladero en San Juan utiliza más de 500 litros de agua por segundo (!)
En resumen, los problemas son infinitos y las imágenes dan escalofríos a cualquier persona un poco sensible o con dos dedos de frente.
Esta es una de las caras del debate y de la resistencia popular contra la mega minería. Es decir, se cuestiona que se usen mecanismos tan contaminantes para separar el oro de los otros materiales desechables. La otra cara del debate es quién se está llevando la riqueza y es aquí donde aparecen siniestras multinacionales como Bajo La Alumbrera, Barrick Gold o FMC Lithium Corp[1]., amparados por los progres K que las defienden a ultranza sosteniendo que “generan empleo” y “dan riqueza” a la provincia.
En rigor, las leyes mineras, impulsadas bajo el gobierno de Menem y continuadas por el gobierno Nac & Pop, son muy flexibles y dan todas las facilidades para que algún magnate se lleve todo el oro, cobre, litio o lo que sea y solo tenga que darle al estado argentino el 3% de sus regalías declaradas “de buena fe”. Un negocio redondo en un país de cerebros del tamaño de un maní que piensa que el debate pasa por el empleo que genera. No quiero extenderme demasiado en este punto porque me parece como discutir si hay que sostener los prostíbulos porque dan trabajo o apoyar a los talleres clandestinos porque dan casa, trabajo y comida a miles de bolivianos indocumentados, que buenos ellos! Un planteo patético, cínico y de primate subdesarrollado que solo puede salir de la boca de un defensor fundamentalista K con pocas luces que solo piensa en “profundizar” el modelo a cualquier costo.
Cristina Kirchner con los representantes de Barrick Gold
El gobierno ha manifestado su apoyo a la minería, primero por omisión del tema y con el veto de la ley de glaciares propuesta por Bonasso que limitaba bastante el accionar de las mineras. Luego, manifestó su apoyo expreso a las mineras dialogando con “el obrero Antonio”, que finalmente resultó ser el secretario general del gremio de mineros y el titular del PJ de Olavarría. Como si fuera poco, al gobierno K no le tembló el pulso cuando hubo que reprimir a los habitantes de Andalgalá, Belén y Amaicha del Valle, que repudiaban la presencia de las corporaciones mineras.
Pero para mí el debate pasa por otro lado y espero ser claro en este punto: está muy bien echar a la Barrick a patadas pero la pelea tiene que ir más allá y lo que quiero desarrollar es un punto que no lo leí ni escuché debatir en ninguna parte.
¿Qué pasaría si se dejara de usar cianuro o si se hiciera en un lugar alejado de la población? ¿Qué pasaría si echamos a las mega corporaciones y la explotación minera pasa a depender del gobierno provincial o del gobierno nacional, cuyas riquezas se destinaran a causas nobles, a la construcción de, supongamos, hospitales y escuelas? ¿Qué pasaría si logramos impulsar una resolución 125 que retenga el 35% de las millonarias ganancias que se llevan estas empresas que hoy solo nos dejan el 3%? Sería un poco menos aberrante que la realidad actual, es cierto, pero ¿habremos entendido el problema? ¿O habremos cambiado de mando la irracionalidad de volar por los aires el cordón cordillerano? ¿Es mejor si compartimos, con guiño cómplice, las regalías de la irreparable destrucción de nuestro territorio?
Me parece que lo primordial es comprender en qué nivel de discusión nos mete la lógica del capital, es decir, como puede suceder que nos encontramos debatiendo cosas que son verdaderamente secundarias perdiendo de vista el debate esencial, a saber: la destrucción parcial o total del cordón montañoso más grandioso de nuestra América. La explotación minera en el cordón cordillerano no es un problema exclusivamente argentino. Por el contrario, es un problema latinoamericano que engloba a países como Chile, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela. Es decir, se está destruyendo la cordillera de los Andes en varios puntos de su larga extensión.
La cordillera de los Andes es una cadena montañosa originada al final de la era Secundaria, a finales del Cretácico tardío, por el movimiento de subducción de la placa de Nazca debajo de la Placa Sudamericana. Es decir, estamos hablando de un cordón montañoso que tiene unos 70 millones de años. Lo maravillosamente perverso del sistema capitalista y su inusitado desarrollo de las fuerzas productivas es que se puede destruir en un par de horas una montaña que se erigió durante millones de años. Y es aquí donde entra el verdadero punto a debatir: ¿Cuál es el límite de destruir una pieza clave de nuestra geomorfología americana en pos de extraer más rápido y a menor costo unos cuantos minerales? De seguir así, ¿cuál va a ser el momento en el que nos demos cuenta que ya destruimos demasiado y que no podemos reconstruir los que los movimientos tectónicos erigieron poco a poco? En este punto lo que se plantea con la minería es comparable a la deforestación del pulmón más grande de América: la selva amazónica.
Pareciera ser que el hombre, enceguecido por el afán de lucro y el desarrollo de nuevas técnicas, pierde de vista a su cuerpo inorgánico que es la naturaleza. Si pensamos un momento, nos daremos cuenta de algo que nos pasa por el costado todos los días pero que no por eso es menos real. Todo lo que tenemos, tuvimos y tendremos, sale de la naturaleza y de la modificación de ésta por parte del hombre. Naturaleza y ser humano son las dos caras de la misma moneda.
La cordillera de los Andes es una pieza clave para Latinoamérica, actuando de biombo climático frente a las corrientes de vientos  y de frontera natural entre Argentina y Chile. Asimismo, el punto más importante es que en las cumbres de la formación andina se encuentran las enormes reservas de agua dulce que son de gran valor estratégico para nuestro país. Éstas reservas de agua son las que se intentaron preservar con la Ley de glaciares que Cristina Kirchner no dudo en vetar, no vaya a ser cosa que los de la Barrick se enojen.
Cabe mencionar la importancia que tuvo la cordillera andina en la formación de la rica biodiversidad de América del Sur, al modificar el sistema de drenaje de la cuenca amazónica dando lugar a la formación de nuevos lagos y cambiando el curso de los ríos, tal como lo demuestra un reciente estudio.
Pero existe una cuestión, tampoco mencionada en ninguna parte, que hace a la explotación minera a cielo abierto una cuestión más aberrante: lo que se extrae mayoritariamente es oro, un bien que es muy preciado en el mundo solo por convención. Esto es, no tiene ningún valor de uso como, por ejemplo, el litio, sobre el cual abría que profundizar el debate planteado. El oro es un bien especulativo, no responde a una necesidad humana, ni a un baluarte del desarrollo, ni siquiera responde a un patrimonio en las arcas de un estado como antes: el dinero ya no se rige por el patrón oro sino que es dinero fiduciario creado artificialmente por los bancos. O sea, volar una montaña solo para extraer oro hoy en día es una locura que, solo estando inmersos en la lógica vampiresca y especulativa del capital, puede parecer normal.
Empezar a reflexionar sobre estas cuestiones es entender que hay que tener una visión a largo plazo como humanidad, es entender que no se puede destruir la fuente de todo lo que creamos, es comprender que la humanidad debe reconciliarse con la naturaleza porque, de no hacerlo a tiempo, el planeta en el cual vivimos se tornará inhabitable y, cuando nos decidamos a recuperarlo, puede ser demasiado tarde.


[1] Es interesante ver que la mayor parte de las compañías mineras que operan en el mundo son canadienses, aunque la minería a cielo abierto está prohibida en Canadá por el daño ambiental que ocasiona. Del mismo modo, las empresas canadienses que operan en el extranjero están muy protegidas legalmente y resulta muy difícil comenzar un proceso judicial en su contra.

lunes, 13 de febrero de 2012

La filosofía posmoderna

“La historia ha acabado”
Francis Fukuyama

“La historia es el progreso de la conciencia de la libertad”
G.W.F Hegel

"La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases"
Karl Marx

Los tiempos que nos tocan vivir son los tiempos del pensamiento posmoderno que se manifiesta en varias esferas. Pero, ¿qué es el posmodernismo y cuál es la importancia social de entender su lógica?
El posmodernismo es el momento histórico presente, caracterizado por lo preeminencia de lo efímero. Esto es, todo lo que huela a categoría holística, gran teoría o pensamiento colectivo será despreciado por la sociedad posmoderna, que solo parece interesada por el consumo en sí mismo.
El posmodernismo es la filosofía de la derrota, de un mundo sin polos antagónicos, de la sociedad alienada sumida en el consumo más frívolo. Es el pensamiento del “fin de la historia”, del “fin de la clase obrera”, del “fin de las ideologías”, luego de la caída del bloque soviético.
La sociedad posmoderna no conoce ideales, utopías, grandes corrientes en disputa ni mundos bipolares. Por el contrario, si aparecen las rechaza, sosteniendo que hay una pluralidad infinita de subjetividades con pareceres disimiles que son inabarcables. Ergo, resulta imposible construir una gran teoría y, menos aún, sentar una posición de conjunto y a futuro. Así, la idea de progreso social se reemplaza por la idea del progreso individual. En lugar de organización colectiva habrá iniciativas particulares, en lugar de clases habrá individuos con distintas capacidades, en lugar de dominación clasista habrá sometimiento individual ante la autoridad. La acción del posmoderno es la desarticulación de la historia o la conformación de ésta en tanto caos.
El posmoderno cree que “la” realidad no existe sino que existen muchas realidades en las cabezas de los hombres y que depende de ellos, en tanto individuos disímiles, la modificación particular de esas realidades.
En rigor, el posmoderno no puede unificar sino separar, no suma sino que divide, no puede construir conocimiento porque no puede abstraer categorías, solo ve detalles pequeños y particularidades. Si, en otras épocas, se buscaba el rasgo común de los grupos para entender su lógica colectiva, el presente posmoderno busca la diferencia, el caso aislado, para particularizar y no entender nada. Descree de la ciencia moderna porque desconfía de la idea del conocimiento verdadero y universal.
Los mensajes periodísticos y las consignas políticas dejan de importar en cuanto a su contenido o su ideal político, solo son relevantes en tanto generen impacto y sean “bien transmitidos”, con colores y grandes letras. La imagen es lo fundamental en esta sociedad posmoderna, todo lo demás es insignificante. La política, sus partidos y los sindicatos pierden peso como herramientas de organización y cambio.
El concepto de líder pasa solo por la imagen y el dinero, no por su capacidad intelectual, honestidad o laboriosidad. Se premia la viveza en lugar de la inteligencia, la rapidez en lugar de la calidad. El capitalista, feliz, no encuentra resistencia alguna y tiene rienda libre para chupar sangre trabajadora sumamente alienada.
El consumo pasa a dominar la vida, las tradiciones pierden peso social, la cotidianeidad de la gente deviene pública. La primicia y la abundancia informativa contradictoria es otra característica distintiva de la sociedad alienada que se llama posmoderna. Los medios masivos de comunicación aparecen como la fuente indiscutible de la verdad y son quienes marcan la agenda informativa. Éstos no son elegidos por la gente según su filiación político-ideológica sino por quién conduce, su imagen y su rating. Lo que importa no es informarse sino entretenerse. Tratar de pensar al mínimo y drogarse con opio televisivo.
La idea de pasado, presente y futuro se reduce a la supervivencia distraída de un presente fugaz. No hay historia ni ideologías, no hay visión de futuro ni reflexión sobre el pasado. Lo viejo es desechable, lo joven explotable. Todo es consumo.
El pensamiento posmoderno se manifiesta en todos lados, algunos ejemplos serían: en política económica, es el neoliberalismo, la doctrina individualista a la que solo le importa el consumo y no la producción; en periodismo de espectáculos, se llama Rial; en periodismo político, refiere al “periodista piola” que presenta con el mismo tono canchero una muerte, la primavera árabe o la última oferta de Garbarino. En música, el posmoderno es el DJ que se cree músico; en lo actoral, la chica pulposa que está en Gran Hermano pero que quiere ser actriz mostrando las tetas; en política, su mejor exponente es Macri o similar: un tarado poco hábil pero con plata, sin militancia política pero con asesores marketineros que arrasa en las elecciones porque apunta al costado posmoderno reaccionario de la sociedad porteña. Y así, si se comprende la lógica posmoderna, los ejemplos llueven a cántaros.
La revolución social, el progreso de la humanidad, la lucha por una sociedad científica sin clases, aquel anhelo por el que miles y miles dieron la vida ya no se hace en la calle armando barricadas: o bien no se hace o se hace al interior de uno mismo. La justificación mística vuelve a la escena, dejando de lado a la ciencia, pero de otra forma: ya no es una justificación místico religiosa institucionalizada como lo hacía la iglesia en el Medioevo. Por el contrario, es una idea mística individual en donde importa más lo que dice Osho que lo que dice el Papa.
La mirada subjetivista se adueña de la realidad, todo es relativo, nada está bien ni mal, solo es distinto. Lo que parece muy democrático y pluralista es tremendamente peligroso y funcional a la sociedad de clases. ¿Por qué?
Porque la idea central del pensamiento posmoderno es que existen muchas luchas y hay que dar batalla una por una, de forma individual y aislada. Esto oculta que la lucha es una sola, a saber: la lucha contra el capital. Claro que esta se manifiesta en diversas esferas pero la batalla debe ser de conjunto y lo que se haga debe ser pensado con una mirada holística que no pierda de vista que el ser humano es en tanto ser social por lo que no hay hechos ni personas aisladas sino que todo es parte, de un modo u otro, del complejo entramado socio-económico en el cual vivimos.
La transformación es posible y urgentemente necesaria. El posmodernismo es la angustia consumista de una sociedad que está desorientada mas no perdida. El deseo de rebelarse a la opresión de la libertad es característica esencial del ser humano, la producción de una ciencia crítica que vaya en contra de los lineamientos posmodernos es el deber de todo intelectual honesto.


miércoles, 8 de febrero de 2012

Malvinas: confusión, patrioterismo e ideología.

El verdadero modo de vengarse de un enemigo, es no asemejársele”                                                                                                                   Marco Aurelio
                                     “En el fondo, la ideología tiene un poder de persuasión indiscutible. El discurso ideológico amenaza anestesiar nuestra mente, confundir la curiosidad, distorsionar la percepción de los hechos, de las cosas, de los acontecimientos”
Paulo Freire

Una vez más se vuelve al tema Malvinas. La nueva edición de la novela diplo-mediática veraniega comenzó cuando la presidenta argentina le pidió enérgicamente a los países del Mercosur vetar el ingreso a los barcos con bandera de las Islas Malvinas en el marco de la “Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de Mercosur y Estados Asociados”, realizada el pasado 20 de diciembre de 2011. Todos los presidentes accedieron a la petición, incluido el ultra derechista presidente de Chile, Sebastián Piñera, quién se encontraba con todas las miradas sobre sí en aquel momento. Acto seguido, todos aplaudiendo “un reclamo más que legítimo”, “una muestra de la autodeterminación de los pueblos del Mercosur” con su plantel de presidentes progres en contra de una súper potencia imperialista. Todo muy lindo, muy patriótico, la presidenta a la vanguardia del latinoamericanismo.
Ahora bien, ¿qué quiere decir en verdad esto de prohibir barcos con bandera de Malvinas? Por empezar algo muy simbólico, solo obliga a dichos barcos a cambiar la bandera para ingresar a los puertos que, de otro modo, no lo permitirían. Más allá de esto, ¿qué otra cosa significa? Bueno, es concretamente una provocación simbólica innecesaria que demuestra un patrioterismo barato, un corso peronista, una fiesta nac & pop, una evasión para discutir problemas mucho más claros, concretos y que afectarán en el corto plazo, a saber: la quita de subsidios y el ajuste liso y llano de la economía argentina. O lo que equivale a decir: hacerle pagar las cuentas a los trabajadores que ven como se desgasta su salario real. También es evitar hablar de Famatina y la resistencia de su pueblo en contra de las empresas mineras que se llevan el oro dejando solo unas migajas y grandes agujeros en el cordón montañoso cordillerano.
Desde esa decisión a fines de diciembre, los medios –particularmente Página 12- agarraron este tema como baluarte kirchnerista para demostrar uno de los tres pilares de la filosofía peronista: la soberanía política. Luego, las declaraciones cruzadas, que Hague dijo que Brasil y Chile no lo harían, que Cameron nos dijo colonialistas, que el príncipe viene en helicóptero “con el traje del colonizador” y un cotorreo a lo Fort-Rial.
Claro que puede ser que también a Inglaterra le convenga cruzarse unas declaraciones vulgares con algún político de cotillón argentino como plantea el Chicago Boy Boudou. Es cierto, tiene problemas más importantes que atender o evadir: la voluntad independentista de Escocia o la crisis europea que estrangula su economía.
Pero lo importante es que no hay planteos serios y realistas sobre Malvinas. Del lado argentino, lo que se plantea es demostrar que el peronismo progre la tiene grande y que no se va a callar nada. Del lado inglés, se busca demostrar que el imperio de la reina la tiene más grande que cualquier país sudaca con altanería y viveza criolla.
En rigor, el tema Malvinas admite varias posibilidades. Descontada la posibilidad de no hacer nada y dejar todo como está, veamos algunas opciones:
1- Imitando a la paupérrima dictadura iniciar un proceso bélico para tomar las islas. Serviría como toda guerra para crear un enemigo externo, uniendo con sentimiento nacional las diferencias y hostilidades internas. Todos a la plaza a agitar banderas argentinas mientras 678 anuncia que “vamos ganando”, por la memoria de Néstor. Demasiado trillado, ya visto, demasiado nacionalista pero en el sentido gorilón, poco acorde con la política “dialoguista” del modelo K, basado en los derechos humanos. Además, una locura lisa y llana, un suicidio en masa digitado desde el poder, una puesta de mejilla para que nos rompan bien la cara y a llorar a la iglesia.
2- Tomar la política de la insistencia áspera con la negociación diplomática tal como se habla ahora desde el gobierno. Es decir, plantear que se quiere recuperar Malvinas por la buena voluntad del Reino Unido y, si no nos escuchan o nos contestan con agravios, respondemos con guapeza argentina, con el orgullo del ser nacional, tomamos medidas absurdas que solo generan cólera a un país que, por donde se lo mire, nos pasa por arriba varias veces.
3- Entender que los pueblos colonizados que lograron su independencia parcial o total en estos últimos años lo hicieron porque existe una autodeterminación de éstos en querer ser otra cosa. Es decir, pueblos que no se identifican con su colonizador.
¿Cuál es la particularidad de Malvinas en este sentido? Que la gente que allí vive, los kelpers, no son argentinos, ni se sienten colonizados, ni tampoco colonizadores, ni tienen ganas de pertenecer a lo que su plataforma continental dice. Entonces, la situación es muy peculiar y no alcanza con la buena voluntad de una vieja reina, ni del principito volador de helicópteros, ni de las declaraciones de Timmerman o Boudou.
La verdad es que se quiere poseer un territorio que, a primera vista, poco tiene que ver con Argentina. De hecho, las Malvinas, aunque no se sabe a ciencia cierta, fueron descubiertas primeramente por franceses, holandeses, ingleses y españoles. El Estado argentino envió recién en 1820 a un representante -Vernet- para habitar, gobernar y explotar los recursos de las islas que deben su nombre en castellano a los navegantes franceses de St.Malo, “los malouaines”. Trece años después, esos territorios se anexaron a la corona británica y fueron gobernados por ésta durante 150 años hasta que un borracho con pocas luces decidió mandar a la muerte a pibes que hacían la colimba. En concreto, el gobierno argentino solo gobernó el territorio reclamado durante 13 años, los británicos durante 180. Es decir, las Malvinas no eran de ningún “pueblo originario” y la compleja trama de esa falsedad burguesa que son los estado-nación hizo que esos territorios se disputaran por la fuerza como se hacía por aquel entonces, tal como el gobierno argentino hizo con montones de territorios anexados años después. Deberíamos considerarnos, todos los argentinos, unos ocupantes ilegítimos porque la mayoría somos descendientes de europeos. ¿Qué diferencia hay con los kelpers que se sienten nativos de las islas y, de hecho, lo son?
Pero momento! Esto no significa que crea que las islas deben pertenecer a Gran Bretaña. Todo lo contrario, lo creo un reclamo argentino más que legítimo por el simple hecho de disputarle algo a una súper potencia imperialista y creo que el argumento geográfico es el único sólido, pero existe un dato para nada menor y es el hecho de que sus habitantes se sientan más cercanos a un inglés (sus antecesores) que a un argentino más allá de la distancia geográfica, que verdaderamente quieren a sus Falklands y no a las Malvinas. Hay que comprender que los habitantes actuales son los descendientes de esos primeros isleños que llegaron a las islas en el desembarco británico de 1833, convirtiéndose en los únicos pobladores por aquel entonces y que entienden a los argentinos, gracias a la guerra comenzada en 1982, como un país invasor.
¿Y que representa esto, cipayo anti nacional y popular? Que la política sobre Malvinas debe partir de comprender a sus habitantes nativos y no al premier británico o sus secuaces. En concordancia, quizá la opción más viable para la Argentina, considerando la correlación de fuerzas respecto de Inglaterra, sea la opción del acercamiento cultural con los kelpers, la comprensión de que hay que ganarse su simpatía, otorgar concesiones, fomentar la relación comercial, turística y cultural con estos 3100 habitantes originarios de las islas, más que el diálogo picante con la corona británica que tanto gusta a nuestros medios de comunicación sensacionalistas.
Procurar que el pueblo residente en las islas depure la imagen negativa que tienen sobre “lo argentino” puede permitir que nuestro país se posicione de otra manera frente al reclamo. Desde allí, si se podría discutir más seriamente el tema planteando distintas alternativas que podrán evaluarse llegado el momento oportuno y que pueden variar desde una incorporación plena de las islas al Estado argentino hasta el ensayo de otras formas de gobierno -como estado libre asociado- o un mismo país con dos gobiernos distintos pero muy relacionados económicamente a la manera de China con los territorios de Hong Kong y Macao.
De otra forma, seguiremos alimentando la bronca del gran señor real sin poseer la fuerza militar necesaria para enfrentarlo. Por lo pronto, lo más inteligente es la prudencia, el acercamiento a los kelpers por canales informales y la espera del sabio que vislumbra aires de cambio en la geopolítica del siglo XXI.
En conclusión, cabe preguntar: ¿Por qué el gobierno nacional se ocupa ahora del tema Malvinas aplicando una estrategia que, a las claras, no rendirá ningún fruto en tanto posesión de dicho territorio? Como respuesta existen dos opciones: o son un conjunto de estúpidos inoperantes que están destinados al fracaso en materia internacional y, porque no, nacional, o bien son muy hábiles e inteligentes y la tan mentada “recuperación” no es tal y hay otro interés, a saber: la delimitación de una agenda política, ideológica, mediática, el poder de decir cuando se habla de algo y cuando se deja de hablar de otra cosa. Un poder que el gobierno kirchnerista sabe manejar con suma habilidad. Un poder de manipulación superestructural que, en este caso, toma un tema que toca “la” fibra sensible del pueblo argentino, un tema que todos hacen propio porque toda su vida les dijeron que las Malvinas son argentinas. La cúpula dirigente gatopardista del kirchnerismo sonríe con la mirada del poderoso y, entre tanta banderita argentina que grita “las Malvinas son nuestras!”, aflora una voz acallada que solloza: Famatina no se toca!


viernes, 3 de febrero de 2012

Peronismos



Peronismo es pueblo: burguesía nacional con conciencia, obreros escuchados, inversión industrial, estado controlador y controlados por el estado, descamisados y señores de traje y corbata, pungas y ladrones de cuello blanco, cabecitas negras con derecho, abanderada de los humildes siempre te recordaremos, capitalismo serio, de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, tercera posición, ni yankis ni marxistas.

Peronismo es desregulación financiera, aniquilación de la industria, neoliberalismo, pizza con champagne, las tetas de Moria y la cocaína del patilludo, Marce en la mesa de los argentinos, 1 a 1, Miami, déme dos, compras en cuotas, clase media con ansias de pertenecer al poder, el poder fugando capitales, los pibes en los basurales.

Peronismo es derechos humanos, es Néstor y Cristina sacando al país de la miseria, miseria de país progre que cambia algo para no cambiar nada, atrofiamiento del 2001, contención de la ira popular disfrazada de revolución parlamentaria e institucional.

Peronismo es argentinada, es adueñarse del asado con los amigos, el vino, lo popular, la familia unita italiana, pelearse en la cancha, agitar con los redondos, avivada, choreo, viveza criolla, arrabales, monoblocks, suciedad, cables, paisaje gris, clientelismo del conurbano, impunidad en el interior, choripán y bombo, subite al micro y agitá que hay veinte pesitos, chumbos, papelitos, los pies en la fuente.

Peronismo es ser argentino y ser argentino es ser peronista, peronismo es la palabra que se necesita decir mas allá de lo que se haga para llegar al poder, para ser escuchado, para salir impune y no tener que huir en helicóptero sino salir por la puerta grande y que luego digan que con el turco estábamos mejor.


La imagen de Perón en la Argentina es la de Dios. La de un ser que nadie puede omitir, en donde no se puede ser indistinto: se lo ama o se lo odia, no hay otra. Claro que se lo puede odiar por gorila destituyente o por revolucionario disconforme.

La imagen de Perón es reformismo, estado benefactor, la época de oro, fascismo, revolución, Evita y el Che, milico represor, la unión de los argentinos, la división de los mismos, peronistas de izquierda y de derecha, peronistas del centro.

Peronismo es…lo mejor que le puede pasar a la burguesía, sin más, aunque parezca lo contrario, es la ideología de derecha más efectiva que puede existir.

No puedo más que preguntarme ¿En qué carnaval estamos metidos?, ¿Cómo puede ser que una misma persona y un mismo concepto político con una ideología imposible de definir claramente puede englobar tantos sentimientos, acciones y pasividades? ¿Cómo en nombre de algo por lo demás vacío, se pueden lograr tantas cosas y se pueden construir y reconstruir las mismas estupideces con distinto olor? ¿Cuándo se acabara esto? ¿Cuándo se extirpará ese sentimiento de respeto al general, de que nos huela bien lo peronista como nos hule bien la banderita argentina, sin importar quien la ice?

jueves, 2 de febrero de 2012

El trabajo del topo. ¿De qué va este blog?

La intención más superficial de este blog es la de expresar pensares propios acerca de temáticas actuales para comprender, pensar y repensar nuestra realidad de forma crítica.

La intención esencial del topo es la de socavar los terrenos aparentemente sólidos de una sociedad que se pudre y que nos pudre. Mi propósito no es otro que el de sumar el grano de arena en la construcción de un pensar contra hegemónico. No pretendo que mi pluma se consagre en nada, ni pretendo escribir artículos magistrales de relevancia científica. Mi intención se parece más a una voluntad ensayística de manifestar una crítica permanente hacia el mundo capitalista actual para comprender mejor nuestras alienaciones, angustias y pesares, fruto exclusivo de un sistema socio-económico perverso, individualista y competitivo.

Un sistema que arrasa, con actitud vampiresca, con la naturaleza y con el ser humano sin ningún reparo, que no mide las consecuencias catastróficas de sus políticas miopes y destinadas a fracasar por su propia lógica más temprano que tarde. Dar cuenta de la explotación y la alienación es proponer alguna otra cosa. Es pensar en una sociedad socialista como superación real de una sociedad capitalista cada vez más mundializada y tecnologizada. De alguna manera, es estar convencido de que no todo está perdido, que existe una alternativa posible y completamente necesaria de superación de un modo de producción temporal, como todos los modos de producción existentes a lo largo de la historia de la humanidad.

La lógica del capital y sus instituciones ideológicas nos hacen creer que la realidad es así como se presenta y que las cosas son eternas e inmutables. El deber de todo pensar científico crítico es el de mostrar que la realidad es cambiante, dialéctica y que las cosas no son siempre como aparentan ser, de allí la importancia de la ciencia: develar lo que no está visible en primer término.

Exponer y reflexionar sobre los sucesos que acontecen en el mundo es buscar la indignación y la complicidad rebelde del lector. Los comentarios son más que bienvenidos siempre que busquen fomentar el debate y el pensar crítico en lugar de focalizarse en agravios personales o insultos a la manera de un programa de chimentos.

Aquí va…