“La
historia ha acabado”
Francis
Fukuyama
“La
historia es el progreso de la conciencia de la libertad”
G.W.F Hegel
"La historia de todas las sociedades que han
existido hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases"
Karl Marx
Los tiempos que nos tocan vivir son los tiempos del
pensamiento posmoderno que se manifiesta en varias esferas. Pero, ¿qué es el
posmodernismo y cuál es la importancia social de entender su lógica?
El posmodernismo es el momento histórico presente,
caracterizado por lo preeminencia de lo efímero. Esto es, todo lo que huela a
categoría holística, gran teoría o pensamiento colectivo será despreciado por
la sociedad posmoderna, que solo parece interesada por el consumo en sí mismo.
El posmodernismo es la filosofía de la derrota, de un
mundo sin polos antagónicos, de la sociedad alienada sumida en el consumo más
frívolo. Es el pensamiento del “fin de la historia”, del “fin de la clase
obrera”, del “fin de las ideologías”, luego de la caída del bloque soviético.
La sociedad posmoderna no conoce ideales, utopías,
grandes corrientes en disputa ni mundos bipolares. Por el contrario, si
aparecen las rechaza, sosteniendo que hay una pluralidad infinita de
subjetividades con pareceres disimiles que son inabarcables. Ergo, resulta
imposible construir una gran teoría y, menos aún, sentar una posición de
conjunto y a futuro. Así, la idea de progreso social se reemplaza por la idea
del progreso individual. En lugar de organización colectiva habrá iniciativas
particulares, en lugar de clases habrá individuos con distintas capacidades, en
lugar de dominación clasista habrá sometimiento individual ante la autoridad.
La acción del posmoderno es la desarticulación de la historia o la conformación
de ésta en tanto caos.
El posmoderno cree que “la” realidad no existe sino
que existen muchas realidades en las cabezas de los hombres y que depende de
ellos, en tanto individuos disímiles, la modificación particular de esas
realidades.
En rigor, el posmoderno no puede unificar sino
separar, no suma sino que divide, no puede construir conocimiento porque no
puede abstraer categorías, solo ve detalles pequeños y particularidades. Si, en
otras épocas, se buscaba el rasgo común de los grupos para entender su lógica colectiva,
el presente posmoderno busca la diferencia, el caso aislado, para
particularizar y no entender nada. Descree de la ciencia moderna porque
desconfía de la idea del conocimiento verdadero y universal.
Los mensajes periodísticos y las consignas políticas
dejan de importar en cuanto a su contenido o su ideal político, solo son
relevantes en tanto generen impacto y sean “bien transmitidos”, con colores y
grandes letras. La imagen es lo fundamental en esta sociedad posmoderna, todo
lo demás es insignificante. La política, sus partidos y los sindicatos pierden
peso como herramientas de organización y cambio.
El concepto de líder pasa solo por la imagen y el
dinero, no por su capacidad intelectual, honestidad o laboriosidad. Se premia
la viveza en lugar de la inteligencia, la rapidez en lugar de la calidad. El
capitalista, feliz, no encuentra resistencia alguna y tiene rienda libre para
chupar sangre trabajadora sumamente alienada.
El consumo pasa a dominar la vida, las tradiciones
pierden peso social, la cotidianeidad de la gente deviene pública. La primicia y la
abundancia informativa contradictoria es otra característica distintiva de la
sociedad alienada que se llama posmoderna. Los medios masivos de comunicación
aparecen como la fuente indiscutible de la verdad y son quienes marcan la
agenda informativa. Éstos no son elegidos por la gente según su filiación
político-ideológica sino por quién conduce, su imagen y su rating. Lo que
importa no es informarse sino entretenerse. Tratar de pensar al mínimo y
drogarse con opio televisivo.
La idea de pasado, presente y futuro se reduce a la
supervivencia distraída de un presente fugaz. No hay historia ni ideologías, no
hay visión de futuro ni reflexión sobre el pasado. Lo viejo es desechable, lo
joven explotable. Todo es consumo.
El pensamiento posmoderno se manifiesta en todos lados,
algunos ejemplos serían: en política económica, es el neoliberalismo, la
doctrina individualista a la que solo le importa el consumo y no la producción;
en periodismo de espectáculos, se llama Rial; en periodismo político, refiere
al “periodista piola” que presenta con el mismo tono canchero una muerte, la
primavera árabe o la última oferta de Garbarino. En música, el posmoderno es el
DJ que se cree músico; en lo actoral, la chica pulposa que está en Gran Hermano
pero que quiere ser actriz mostrando las tetas; en política, su mejor exponente
es Macri o similar: un tarado poco hábil pero con plata, sin militancia
política pero con asesores marketineros que arrasa en las elecciones porque
apunta al costado posmoderno reaccionario de la sociedad porteña. Y así, si se
comprende la lógica posmoderna, los ejemplos llueven a cántaros.
La revolución social, el progreso de la humanidad, la
lucha por una sociedad científica sin clases, aquel anhelo por el que miles y
miles dieron la vida ya no se hace en la calle armando barricadas: o bien no se
hace o se hace al interior de uno mismo. La justificación mística vuelve a la
escena, dejando de lado a la ciencia, pero de otra forma: ya no es una
justificación místico religiosa institucionalizada como lo hacía la iglesia en
el Medioevo. Por el contrario, es una idea mística individual en donde importa
más lo que dice Osho que lo que dice el Papa.
La mirada subjetivista se adueña de la realidad, todo
es relativo, nada está bien ni mal, solo es distinto. Lo que parece muy
democrático y pluralista es tremendamente peligroso y funcional a la sociedad
de clases. ¿Por qué?
Porque la idea central del pensamiento posmoderno es
que existen muchas luchas y hay que dar batalla una por una, de forma
individual y aislada. Esto oculta que la lucha es una sola, a saber: la lucha
contra el capital. Claro que esta se manifiesta en diversas esferas pero la
batalla debe ser de conjunto y lo que se haga debe ser pensado con una mirada
holística que no pierda de vista que el ser humano es en tanto ser social por
lo que no hay hechos ni personas aisladas sino que todo es parte, de un modo u
otro, del complejo entramado socio-económico en el cual vivimos.
La transformación es posible y urgentemente necesaria.
El posmodernismo es la angustia consumista de una sociedad que está
desorientada mas no perdida. El deseo de rebelarse a la opresión de la libertad
es característica esencial del ser humano, la producción de una ciencia crítica
que vaya en contra de los lineamientos posmodernos es el deber de todo
intelectual honesto.
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